27.6.06

Kamikaze: Noche de argenbasta!

Por PATROCLO RIVEROS
Después de tantas modelos-de-discotteque tipo María José López y Glenny Rosado, Kamikaze trajo ahora a modelos como Jonathan Graznan, Christian Furlong y los gabrieles Tovatto y Martina. “El mundial también es para ellas / No te pierdas a la mejor selección argentina / Desfile en ropa interior y sport”, anuncia el anuncio, que detalla 3 mil pesos con trago hasta la 01:00 y happy hour hasta la 01:30. Y justo esa noche se le ocurrió a mi amigo, Aquiles, ir al sitio que durante la última década ha sido la sede de la taquilla y el esnobismo carretero iquiqueño. Aaaaaaaaaah… Parece que la palabra taquilla es más bien ochentena. Bueno, yo también.

Aquiles es tan iquiqueño como yo –aunque con relegamientos voluntarios en playas de la Región de Antofagasta y una pasantía europea mundialera- y dice que en nuestra ciudad se terminan las frases con un Aaaaaaaaaah. Yo no estoy de acuerdo.

Free pass
Como sea, empezamos la noche en el Café Platón (“porque Tarapacá no termina en Plaza Prat”). Algunas amigas de otro coffee-with-poto le dicen Café Guatón. Lo hacen con algo de envidia, pero no están tan perdidas. Las minas con hot pants y el nombre bordado sobre el chiquiturri ya no son como las de antes. Antes lo chupaban gratis. O casi.

De ahí a Kamiqueis. Aquiles conoce al dueño, así es que entramos gratis al local y al VIP -que no es lo más top, porque hay un Ultra VIP. Esta huevá es como el premium de cable… No tiene fin-.

Una tipa me pregunta a qué hora salen los modelos. Nadie sabe nada de ellos. Ni el dios-demonio Google conoce sus nombres. Y eso es bastante que decir. Sólo Furlong aparece en la página de agencia de modelos mejicanos Servicios Dinámicos Corporativos. Capaz que ni sea argentino, porque en el país del lunfardo no se ten-mi-per ros-me-pri bres-nom en gles-in. ¿Recuerdan a algún che llamado Jonathan o Christian?.

Argentina querida
Igual, todo está pasado a Argentina. Una rubia, casi albina, en la barra del VIP es evidentemente del otro lado de la cordillera. No hay culos así a este lado. O al menos sus dueñas no tienen esa sonrisa tan simpática -y cuando escribía eso, me descubrí poniendo la misma mueca hueona que puse cuando me miró-.

Mi amigo Aquiles saluda a un argentino (ya basta!!) que anda con la remera celeste y blanco. El tipo sólo habla de los seis goles que le hicieron a Serbia y Montenegro. Que el de Carlitos fue a lo Carlitos (y cómo iba a ser de otra manera, gil culiao), que Messi es más bueno que Ronaldinho (tal vez va a ser, quién sabe, pero tiene recién 19, hueón, déjalo vivir), que el gol de Cambiasso es el tercero de los mejores en la historia de los Mundiales, porque segundo es el de Brasil ’70 (ni siquiera sabís que lo hizo el gran capitán Carlos Alberto) y que el primero es el de Maradona a los ingleses en Méjico ’86 (era que no… Y se te olvidó el golazo de Owairán en Estados Unidos ’94, chuchetuma…). Yo me considero argentinófilo, pero ¡basta!.

Gente
Ya no cacho mucha gente. Dos mellizas de la Academia Iquique, que están mejor que a los 18... Por lo menos una; Oscar Valenzuela… puta que me cae bien este hueón, porque se atreve a usar una bufanda flaca y larga como él; ¡Pablo Colville!, el blanco más rápido del mundo ¿o ese era otro?; ¡¡Sergio Sánchez!! , mano de pied… no, tampoco, na’ que ver.

Hartas minas. Simpaticonas y coquetonas. Mientras ellas toman más copete, se ponen más coquetonas. Mientras tomo más yo, las encuentro más simpaticonas. Aquiles, conocedor de estos pastos, me dice que hay hartas que se van gratis (o casi) con la palabra indicada. ¡Como en los cafés de los viejos tiempos!. Me gusta eso. Y tantas vueltas que nos dimos. Y yo que no quería ir… ¿Los modelos argentinos?. A quién le importan esos hueones. Aaaaaaaaaah…


Porque una cosa es ser chileno y otra es ser tarapaqueño

EXTRACTO DE LA CRÓNICA las fronteras del vencedor, ESCRITA POR EL IMITADOR DE JUAN CARLOS BODOQUE, RAFAEL CAVADA, PARA LA NACIÓN DOMINGO DEL 04 DE JUNIO DE 2006.


-Porque una cosa es ser chileno y otra es ser tarapaqueño. El norte se rige por sus propias normas y su propio imaginario. Puede que de algunas salitreras sólo queden las ruinas de los cimientos, pero para los tarapaqueños el salitre, su historia, su legado, siguen ahí. Pervive en los relatos de sus padres, que nacieron allí, o en los muebles de las casas, de pino oregón, sobre los cuales descansan algunas antigüedades que se salvaron de ir a parar a un basurero. Al igual que el desierto, que habla en una lengua muda, la historia grita acá para quien sabe escucharla. Grita sobre un pasado de caliche y pampa. Como también grita, más al norte, la lastimera nostalgia boliviana del mar perdido o la desconfianza del peruano hacia los rotos que llegaron a Lima a saquear las bibliotecas y las universidades. Un grito que se hace rugido de cañón en el último cuarto del siglo XIX, en la Guerra del Pacífico, llamada por los bolivianos la Guerra del Salitre. Una guerra que modificó las fronteras, pero no las recetas de cocina, que acá en Iquique están llenas de condimentos y de influencias limeñas o paceñas. O la música, que rezuma valsecitos peruanos y no cueca. O las mismas palabras, donde se asoman las lenguas prehispánicas en sustantivos que sólo el nortino entiende.

Creía haberlo visto todo

“... CREÍA HABERLO VISTO TODO”, DIJO EL ANCIANO SERGIO ROBERTO LIVIGSTONE POLHAMMER, EL SAPO LIVIGSTONE, SORPRENDIDO POR EL DESCENSO DE ‘U’ A SEGUNDA BAJO LA DIRECCIÓN TÉCNICA DEL INGENIERO PELLEGRINI...”


Yo, humildemente, creía haber visto de todo hasta que vi al Mamo Contreras entrar a la cárcel en vivo y en directo, dejando atrás casi una década de desayunos diarios con Pinochet -donde le contaba de los avances del ‘trabajo’ de la Dina-; lo vi salir libre asegurando que nunca había estado preso y volver a ser enrejado pese al llanto de su secretaria/amante.

Vi al mismo Diablo encerrado en Londres, en una clínica primero y en una casa después… Sabía que corría riesgos yendo a Europa, pero sus sueños (irrealizados) de viajar, la presión de su esposa por conocer el Viejo Mundo y su sensación de impunidad pudieron más. Ahora culpa a sus subalternos –algo muy poco digno para un general de la República- y se exculpa en una supuesta demencia –algo muy poco digno para un hombre-.

Vi los cuerpos de Pisagua, vendados y amarrados, aparecer como una verdad irrefutable, pese a que la negaban el ex senador Julio Lagos, el ex diputado Ramón Pérez y el diario La Estrella. Dos de ellos la siguen desconociendo o, al menos, la justifican. El otro está muerto.

Vi “las dos torres con sus miles caer inolvidablemente”, como dice el incomparable Silvio, mientras lucha contra el cáncer que le come la vida, pero no el talento.


Vi a Soria “con las cejas en ristre y la rodilla hecha bolsa”, como dice el gran Gonzalo Artal, atacar a un joven en Alto Hospicio que se atrevió a comentarle que 20 años era mucho tiempo para que una familia levantara su casa bajo el sistema de autoconstrucción. Y vi como fanáticos y fanáticas soristas lo acorralaban para decirle “el alcalde no anda ná solo”… Aunque ahora, al parecer, empieza a estarlo. Eso no lo había visto.

26.6.06

Para el 21 de mayo, yo también

Yo también desfilé el 20 de mayo para celebrar el 21 de Mayo. Yo también me compré guantes blancos para usarlos ese día. Yo también ensayé: ¡Izquierda!-derecha, ¡izquierda!-derecha, marcando la ¡izquierda! al ritmo del bombo. Como si fuera tan difícil... Aunque, igual, algunos no atinaban con el pie correspondiente.

Yo también canté “Patria mía venera en tu seno / las reliquias del héroe sin par / él es alma del pueblo chileno / él es astro de luz inmortal... El 21 de Mayo es la historia / rinde lauros a Prat inmortal / y a la vieja corveta Esmeralda que orgullosa se hundía en el mar... Pasma al orbe el audaz abordaje / que estremece las olas aún / vence el tiempo en sublime coraje / que la muerte corona la luz... Cuanto mártir de patrio heroísmo vio la rada de Iquique morir”. Yo también me aprendí el Himno a Tarapacá, obviamente me sé el Himno a Iquique y todavía, aunque sea musho, puedo rezar la arenga de Prat.

Yo también encontraba que las compañeras se veían ricas con la combinación jumper- pantys. Yo también encontraba más ricas a las del Atenea y a las del American, y aprovechaba de vitrinear. Yo también, cagado de hambre y de sed, me hacía rechupete la empanada con bebida que nos daban cuando volvíamos a la Academia. Yo también odiaba desfilar. Yo también lo pasaba la raja.