2.5.07

Concertación: agonía y sobrevida / Excitados y deprimidos I

EL TEXTO ES DE antonio cortés terzi, DESTACADO ANALISTA POLÍTICO, PS Y DIRECTOR DEL centro avance (www.centroavance.cl). SU PROPUESTA FUE CALIFICADA COMO "DESCARNADA"... PUEDE SER, PERO DESDE AFUERA PARECE MÁS QUE NADA REALISTA (Y, EN ALGUNOS PUNTOS, HASTA OPTIMISTA).
ME GUSTÓ LA FRASE FINAL, DE LA QUE -PÓNGANLE LA FIRMA- MUCHOS VIVIRÁN POR DEMASIADO TIEMPO.


Antonio Cortés Terzi
La derecha se encuentra en un indisimulado estado de entusiasmo y excitación. La Concertación, en cambio, anda ofuscada y depresiva. Ese cuadro anímico contrastante está influyendo fuertemente en las conductas políticas y en el clima comunicacional.


Las razones fundamentales que explican la disimilitud de ánimos son, por un lado, la fe de la derecha en un seguro triunfo en la próxima elección presidencial y, de otro, el pesimismo de la Concertación respecto de lo mismo, agravado por la percepción que no puede o no sabe cómo salir de los atolladeros en que se encuentra.

Los ánimos descritos tienen asideros reales y racionales en el contexto coyuntural. También hay elementos más estructurales que les prestan amparo. Pero todavía no responden a la configuración de tendencias político-históricas duras y que aseguren su permanencia hasta la apertura del proceso electoral presidencial.

La derecha debería tener en cuenta una cuestión básica en política y en cualquier actividad competitiva: sus pronósticos son excesivamente optimistas pues están basados no en su buen juego, sino, esencialmente, en el mal juego de su contrincante. Y eso constituye una gran debilidad estratégica: significa depender en demasía de la posibilidad que la Concertación y el gobierno sigan cometiendo errores graves e implica que no ha puesto a prueba la calidad –ni siquiera la existencia- de una estrategia propia, única y autosustentable.

La derecha confía en que al gobierno le irá mal por: i) la persistencia de contradicciones político-programáticas e indisciplinamientos en la Concertación y ii) una debilidad política y lideral intrínseca al gobierno y que tendría su origen en limitaciones de la propia Presidenta.
Reconózcase que estas confianzas no son enteramente irracionales ni puramente especulativas o arbitrarias. Pero tampoco son verdades completas e inmutables.

Las limitaciones que efectivamente ha mostrado la Presidenta tienen que ver, probablemente, con lo siguiente:

  • con su inexperiencia en el desplazamiento por dentro de las redes y vericuetos del poder formal e extrainstitucional;

  • por grados de carencias en su sentido del poder, especialmente en lo que respecta al insoslayable lado “animalesco”, “autoritario” del mismo; y

  • porque en el ejercicio de su mando no ha actuado siempre con la esencia de su personalidad y en momentos se ha dejado llevar por consejerías tradicionales (en casos, amateurs) que han mermado sus virtudes sin aportarle valor agregado alguno.

Ninguna de estas cuestiones es insuperable. De hecho, la magnitud de las situaciones críticas que ha enfrentado la Presidenta es una formidable “escuela” para superar las dos primeras limitaciones. Y sobre la tercera hay indicios que estaría optando por actuar con la impronta que le dicta el “alma” de su personalidad.

El asunto de los conflictos y desórdenes al seno de la Concertación tampoco son datos que conduzcan fatalmente a una “crisis catastrófica”, en términos político electorales. No es aventurado decir que la Concertación está en una fase terminal en cuanto a su representación de proyecto histórico y conceptual común a una centro-izquierda moderna. Pero, aunque con mala calidad de vida, puede sobrevivir varios años soportando los dolores de su fase terminal.

Para que esto último ocurra debería, primero que todo, asimilar ese estado de cosas y aceptar –cínicamente si se quiere- que ha devenido, en esencia, en pacto político-electoral, con unas pocas definiciones programáticas basadas en laxas definiciones conceptuales. O sea, conformarse con una mala calidad de vida, para asegurarse una mayor sobrevida político-electoral. Feo, pero funcional y realista.

Para que ese tratamiento dé frutos debe adoptarse algunas medidas.

  1. Sería menester construir una masa crítica transversal que vele por el predominio de una visión de esa naturaleza.

  2. Se necesitaría acotar los límites de la “autonomía” de los pre-presidenciables y de sus adherentes, pues tras esas “autonomías” –en especial de los adherentes- se ocultan muchos de los eventos de indisciplina y desorden y los afanes ideologizantes.

  3. Resultaría recomendable simplificar la agenda programática en torno a dos considerandos: i) priorizar los proyectos de contenido social-popular más sensibles, significativos y emblemáticos y ii) privilegiar el impulso de aquellos proyectos más consensuados al seno de la Concertación.

  4. Hacer esfuerzos adicionales para acelerar una buena implementación de los programas sociales ya existentes y que muestran serias carencias en el plano de su ejecución.Es muy probable que con estas simplezas mejore el ánimo concertacionista y que con esa mejoría vuelque sus enojos hacia la ensoberbecida derecha.

Al fin de cuentas, todavía es un buen programa de centro-izquierda el plantearse el seguir derrotando a la derecha.