5.10.06

Morir en octubre


En la mañana del 5 de octubre Carmen Castillo salió a buscar una casa para mudarse ese mismo día. Miguel, Sotomayor y José Bordas también salieron de Santa Fe 725. Acordaron volver a encontrarse en la casa a las tres de la tarde. Sin embargo, Carmen volvió cerca de la una. Encontró a Miguel y a los otros dos compañeros quemando papeles, con las armas a la mano y en estado de enorme tensión. Habían detectado tres autos sospechosos que rondaban el barrio y que habían pasado ya dos veces, lentamente, observando la casa. Están seguros que es la DINA y que deben estar tendiendo el cerco. Rápidamente terminaron de recoger en dos bolsos lo más importante. Cuando Miguel y Carmen salían al patio donde estaba la Renoleta roja, se produjo el primer ataque de la DINA. Ellos se replegaron al interior de la casa y comenzaron a responder el fuego junto con Sotomayor y Bordas.

El primer cerco no fue muy efectivo. No habían llegado aún suficientes refuerzos. En los primeros momentos Humberto Sotomayor y Jose Bordas lograron escapar. A uno lo vio Anita, la vecina, saltar al patio de su casa y de ahí a la calle San Francisco; el otro huyó en dirección a Varas Mena, una calle paralela al sur de Santa Fe (Sotomayor se asiló después en la embajada de Italia y José Bordas fue emboscado por el SIFA el 5 de diciembre. Cayó herido y murió dos días después en el hospital de la FACH, donde fue torturado).

Carmen Castillo fue herida en el interior de la casa. A ratos perdía la conciencia mientras proseguía el tiroteo sostenido por Miguel. Recuerda haberlo oido gritar: "Hay una mujer embarazada, respeten su vida".

El Informe Rettig dice: "La casa donde se ocultaba Miguel Enríquez, fue rodeada por un nutrido contingente de agentes de seguridad, el que incluía una tanqueta y un helicóptero, quienes comenzaron a disparar. Entre los ocupantes del inmueble se encontraba una mujer embarazada que resultó herida. Miguel Enríquez cayó en el enfrentamiento recibiendo, según el protocolo de autopsia, diez impactos de bala que le causaron la muerte".

Miguel no se rindió. Una de las diez balas le perforó el cráneo. Su cuerpo lo encontraron en el patio donde se había parapetado para disparar, mientras intentaba saltar a la casa trasera.
La noticia de la muerte de Miguel, que se divulgó esa noche, causó un impacto doloroso en el pueblo. Saber que Miguel estaba en la clandestinidad, intentando reorganizar las fuerzas, fortalecía muchas esperanzas.


La DINA lo celebró mofándose de los presos en el recinto de José Domingo Cañas, donde había trasladado su infierno de torturas. La casa de la calle Santa Fe 725 la ocupó la DINA durante dos meses. Algunos vecinos dicen que allí se hacían fiestas y que los oficiales se emborrachaban y gritaban como locos. Más tarde vivió un microbusero, pariente de un agente de la DINA, y luego volvió el antiguo propietario, el camionero.

Cada 5 de octubre, desde 1990, sus moradores se refugian en el interior de la casa cuando un grupo de familiares y ex miristas realizan en la calle un acto recordatorio, encienden velas, se acercan a mirar el patio interior y tocan con emocionada reverencia las perforaciones de balas en los portones de la casa donde Miguel vivió su último día.

MANUEL CABIESES



2 Comments:

Blogger Héctor Dinamarca said...

hijos de puta.

6:10 p. m.  
Blogger Juventud Rebelde said...

Es sin duda desgarrador leer la página de la muerte de nuestro Secretario General, sea donde sea que esté, escrita por quien esté escrita, pero en octubre los miristas preferimos recordar nó sólo que Miguel murió por nuestros ideales y por el pueblo latinoamericano, si no que también vivió por ellos siendo un ejemplo de consecuencia y dignidad aún para quienes seguimos luchando por una vida digna para todos, por la Revolución Socialista que democratizará nuestra América.

Eso es algo que el señor Manuel Cabieses olvida, tal vez desde el momento en el que publicó en su revista el artículo del ex-mirista, ahora-burgués Andrés Pascal Allende, en el que se planteaba que el MIR había desaparecido y que ya no había necesidad histórica para su permanencia. Qué alejado está de la altura revolucionaria de las personas que, como Miguel, dieron su vida y de quienes la siguen dando al interior de nuestro Partido, donde todos tenemos claro que el mejor homenaje a la muerte de un revolucionario es tomar los ideales por los cuáles él dio la vida.

4:24 p. m.  

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